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  • Writer's pictureEmma

Los sueños no se hacen realidad, se hacen realidad tus elecciones.




Soñar no hace daño, pero es prácticamente inútil.


¿Podemos soñar? Por supuesto. De hecho, para los soñadores acostumbra a ser mas relevante, mantener el estado de ensoñación, ilusión, idealización o fantasía que pasar verdaderamente a la experiencia, poniéndole intención al sueño.

Nuestros sueños, nuestras ilusiones y fantasías, cuando permanecen en el nivel de la ideación, se apartan de lo real -o de lo posiblemente real- dentro del abanico de posibilidades que existen a la hora de tomar una decisión.



Soñamos cuando sentimos que algo nos falta, cuando estamos privados de una suerte de ideal en cuya ausencia nos sentimos frustrados, vacíos o incompletos. Esta es la razón de que muchas veces, a causa del peso de nuestras ilusiones, confundamos lo que se nos presenta delante con el ideal con el que estamos soñando, entrando en un círculo vicioso de “ilusión-decepción” continuo que afianza nuestra ensoñación. al mismo tiempo que nos mantiene en un estado de frustración e insatisfacción considerable -y muchas veces limitante- para elegir con conocimiento, o mejor dicho, con autoconocimiento.


¿Y qué ocurre cuando en lugar de sentimos incompletos nos sentimos completos, plenos y en contacto con nuestro ser autentico?

Ocurre, que los sueños desaparecen, los ideales se esfuman, las fantasías se diluyen. Permanecemos con la mente totalmente despejada, fresca y especialmente atenta para intuir cual es el paso que dar para que el sueño se convierta en realidad gracias a nuestra elección.


¿Soy verdaderamente consciente de lo que elijo y del porqué de mi elección? ¿Observo de una manera clara y pura, hacia donde me dirige la decisión que estoy tomando en este momento? ¿Nace de lo espontáneo, sincero y profundo o de un deseo superficial y condicionado?


Nuestra realidad se manifiesta en una línea de vida acorde al punto de origen elegido. De esta manera, obtenemos lo que elegimos y no lo que soñamos, entonando con lo que pensamos de nuestra realidad. Cualquiera que sea nuestro concepto del mundo, así se manifestará nuestra realidad. La realidad acostumbra a estar de acuerdo con lo que pensamos sobre ella y muy pocas veces nos llevará la contraria fiel al punto de referencia que hemos elegido.


Mejor centrarse en lo que pensamos, que en lo que soñamos. Mejor vivir de instante a instante que atrapados en el sueño. Mejor caminar del sueño a la realidad que de la realidad al sueño. Aun teniendo que empezar de cero cada vez que la existencia nos sorprende con alguna novedad de su desconocido y desafiante plan.

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