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TODO BRILLA

Updated: Jul 18, 2020


Hace algunos años y durante una meditación tuve una experiencia “cumbre”. Un término acuñado por Abraham Maslow y que otros denominan “experiencia mística” o de “iluminación”. Ocurrió una única vez y aunque ansié repetirla, sumergiéndome en el silencio, no volvió a suceder. De todos modos, una única vez había sido suficiente para evidenciar y conocer la realidad de la existencia más allá del mundo de las apariencias y entrar en contacto con la realidad última, con la realidad inconmensurable, infinita y eterna; con el estado de Conciencia Única, con el Espíritu latente que habita en nuestro interior, con la luz que todo lo alumbra. Palabras que tal vez puedan parecer excesivamente pomposas y difíciles de aterrizar para darles cierta comprensión desde la mente ordinaria, pero que, sin embargo, reflejan la auténtica naturaleza del Ser. Una experiencia extraordinaria y unitiva, que poco tiene que ver con la imaginación, la fantasía o el delirio y mucho con la transformación del estado de ser ordinario en contacto con lo que de Esencial y divino existe en cada uno de nosotros. Y pretender ignorar o rebatir lo evidente, no hará que lo evidente deje de existir.


Lamentablemente, no tengo la misma seguridad cuando se trata de poder expresarlo. La lingüística sirve para bien poco cuando intentas explicar lo inexplicable o hacer comprensible lo incomprensible. Aunque tampoco deseo defender ni convencer a nadie de algo que tiene una validez incuestionable desde la revelación y la experiencia directa . Ni siquiera pretender aparentar algún tipo de sabiduría o facultad de entendimiento que me haga una persona especial. Mucho menos, demostrar una falsa modestia. Y aun así, te sigues preguntando, ¿cómo compartir la certeza de lo vivido, la des-ocultación del Misterio la constatación de la verdad última unitiva, no dual y absoluta, como expresar el Amor.


Cuando adquieres plena conciencia del perfecto orden del universo, cuando descubres el sentido final de la existencia, cuando vislumbras la eternidad y la inmutabilidad del alma, cuando finalmente el espíritu se te revela y el miedo a la muerte se evapora, te invaden tales deseos de compartirlo y difundirlo para que otros puedan también apreciarlo que no te paras a pensar en las consecuencias que tal testimonio pueda acarrear sobre todo viniendo de alguien de vida corriente como yo.


Abraham Maslow, dice al respecto.“Ante estas experiencias cumbre te invade un sentimiento de unidad, desapego, generosidad, felicidad y amor que es difícil mantener para ti”.


¿Y por qué estas palabras ahora? Te estarás preguntando. Quizás porque sea el momento, sin negar que hubieron otros de intentos de compartir lo que no puede formularse.


Hoy me siento más responsable que nunca, con lo que en su día se me dio sin llegar a entender muy bien, todavía, el porqué. Esas cosas que sabes sin saber porque se saben pero se saben. Que no dependen de creencias, ni siquiera de la fe.


¿Dónde queda la fe, cuando has accedido de manera directa al Uno originario? ¿Dónde los credos cuando el discernimiento se abre a la condición primera y reconoces el Uno en todo?



Una vez leí “No encuentras a Dios” te unes a él”.


Desde hace ya varios días, de lo que más se escribe, habla o escucha, es del Covid-19 y las innumerables pérdidas que está provocando. No es que sea muy diferente al número de personas que mueren diariamente por otras razones y muchas de ellas incomprensibles (hambre, guerra) pero esta cosa, llamada pandemia, nos a puesto a todos, verdaderamente, en jaque, De hecho, en el año 2018,6,3 millones de niños menores de 15 alos perdieron la vida por causas, en su mayoría prevenibles. 

Pero no se trata ahora de comparar o hacer una llamada a la conciencia, no es esta mi intención al escribir esta publicación sino de profundizar sobre el final de la vida y su significado.


Es curioso que llevamos unas semanas (posiblemente meses) confinados en nuestras casas (los que somos prescindibles) sin darnos cuenta de que desde hace millones de años, los seres humanos vivimos "confinados en un cuerpo".

¿O acaso no te has dado cuenta de que esta es nuestra realidad en vida?


El 84% de la población pertenece a alguna religión, todas ellas proclamando la continuidad de la existencia, ya sea en el cielo, en el paraíso o de vuelta a la vida y a pesar de ello, el miedo a morir, a desaparecer, a dejar de existir, dejar de ser, que no de "SER", es el miedo por excelencia. Olvidando con ello que el verdadero sentido de la existencia es, precisamente, liberarnos de las limitaciones del tiempo y sumergirnos en la realidad última; infinita y eterna; pura y perfecta.


El mundo aparece y desaparece  mientras lo que Soy permanece inalterable.

 

La ciencia debería favorecer la comprensión de nuestra realidad biológica en su capacidad para responder a las demandas del intelecto. Asimismo, la psicología y la filosofía tendrían que fomentar el razonamiento claro y el pensamiento reflexivo que promovieran el discernimiento y facilitara la elevación de conciencia. El desafío de la religión sería fomentar en nosotros el cultivo de la verdadera espiritualidad (libre de creencias, dogmas y fanatismos) y fomentar el interés y el acercamiento a los grandes misterios.

La experiencia mística no elimina o excluye el Misterio de la existencia, sino que, de alguna manera, lo refuerza y aviva porque el Misterio es, precisamente, lo ilimitado del conocimiento; es la infinita presencia que lo impregna todo y no el final del conocimiento, como algo a lo que debamos llegar para comprender y desvelar la incógnita.


No somos seres humanos que tienen una experiencia espiritual; somos seres espirituales que tienen una experiencia humana.

Teilhard de Chardin


TODO BRILLA



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